lunes, 4 de julio de 2011

FCC – II BIMESTRE – 3ro Secundaria

HÉROES CIVILES, HÉROES MILITARES, PERSONAJES ILUSTRES

  1. Héroe

Del latín heros, que a su vez deriva de un vocablo griego, la palabra héroe hace referencia a un hombre que es famoso, ilustre y reconocido por sus virtudes o hazañas. Por ejemplo: “Luciano es un pequeño héroe de apenas doce años que salvó a su madre de morir en un incendio”, “Mi tío es un héroe de guerra que cuenta con varias condecoraciones”, “Diego Maradona fue el héroe argentino en el campeonato mundial de 1986”:

En una epopeya o un poema épico, el héroe es el personaje principal y quién desarrolla las acciones más importantes. En la mitología tradicional, por otra parte, un héroe es aquel que es más que un hombre pero menos que un dios ya que nació de un ser divino y de un ser humano.

El héroe, en ese sentido, suele encarnar los rasgos más sobresalientes y valorados de su cultura de origen. Presenta, por lo tanto, las habilidades idealizadas que le permiten concretar grandes hazañas. Estos actos heroicos son los que le dan fama y lo convierten en alguien admirado por el resto de la comunidad.

Salvar a la gente de una muerte casi segura o derrotar a un enemigo muy poderoso son las acciones heroicas por excelencia en la mitología antigua y en la épica. En la sociedad moderna, en cambio, los héroes pueden representar otros valores. De esta manera, el responsable de un éxito deportivo o el artista admirado pueden ser considerados como héroes. También hay personas que se erigen como héroes al superar distintos tipos de adversidades.

Personaje ilustre es la persona que después de haberse dedicado durante años a una o varias áreas, ya sean artísticas, de investigación, religiosa, militar, etc., destacaron de entre los profesionales de su tiempo colaborando en el desarrollo y crecimiento del país o la región, llegando a tener reconocimiento local o mundial y siendo un referente para las generaciones futuras.

  1. El héroe Miguel Grau

Durante el conflicto con Chile, destacó por su audacia y arrojo, pero sobre todo por su don de mando y de estratega consumado. Durante cinco meses, la escuadra enemiga no pudo con Grau y su viejo monitor. El enemigo l oconsideraba un barco fantasma, ya que se deslizaba entre los puertos de los chilenos con la destreza de un gato, manteniendo en zozobra a un enemigo enteramente superior, capaz de estar en varios lugares bombardeando muelles, rompiendo bloqueos e interceptando cargamentos. La guerra para le glorioso Almirante nunca fue un baño desangre, todo lo contrario. Destacó por su caballerosidad ante el enemigo rendido. Cuando hundió a La Esmeralda no dudó en rescatar a los náufragos que luchaban por sus vidas en las frías aguas del Pacífico, como tampoco tuvo reparo en rendir homenaje al héroe chileno Arturo Pratt, caído en el fragor de la batalla, al enviar una sentida carta de condolencia a su viuda en Chile.

Grau en Iquique había dado muestras de ejemplar caballerosidad. Después del combate, al efectuar el traslado de los chilenos caídos en la cubierta del Huáscar para su sepultura en Iquique, el jefe peruano guardó con respeto la cartera de Pratt, que contenía los retratos de su esposa e hijos, y también su espada. Esa mañana de octubre, para muchos, se perdía al Guerra del Pacífico, y de esa manera se cumplían cabalmente las palabras del Almirante. En las páginas de la bitácora del monitor Huáscar, Grau escribió: “Os puedo asegurara que si el Huáscar no regresara victorioso, yo tampoco he de regresar” y esa mañana sobre el Pacífico, nuestro Almirante encontraría la gloria eterna coronada con la inmortalidad de sus hazañas.

Sus insuperables hazañas al mando del Huascar hicieron decir a Teodoro Roosevelt, presidente de los Estados Unidos “El Huáscar es el famoso y recordado buque sobre el cual se hayan ejecutado los actos de heroísmo mayores que jamás se han hecho en algún otro blindado de cualquier nación del mundo”. Como homenaje póstumo, el Congreso de la República le otorgó en 1946 el Grado de Almirante.

  1. Participación de Andrés A. Cáceres en la guerra con Chile

Al iniciarse la guerra con Chile tuvo que dirigirse al sur en la II División, peleando en las batallas de San Francisco y Tarapacá. En esta última fue donde Cáceres tuvo una destacada actuación cuando logró tomar los cerros, haciendo retroceder a las tropas chilenas, que se vieron obligadas a abandonar sus cañones. Si bien Tarapacá fue defendida gracias a la destreza de Cáceres, fue una victoria provisional porque el ejército peruano debió retroceder dejando el territorio salitrero al enemigo.

Cáceres colaboró en la reorganización del Ejército del Sur para su concentración en Tacna junto con las tropas bolivianas al mando del presidente Campero.

En el país también se había dado una crisis política debido a la partida del presidente Prado, quien fue derrocado por Nicolás de Piérola. En ese contexto se dio la Campaña de Tacna, en la que intervino Cáceres, demostrando gran valor en el Alto de la Alianza. Luego, el caudillo se dirigió a la capital, a la que arribó en agosto de 1880. Fue nombrado comandante General del Ejército del Centro y fue a Huaral para concluir el entrenamiento del ejército de reserva.

Como coronel efectivo participó en la Campaña de Lima, organizada por Piérola, quién formó dos líneas defensivas demasiado extensas: la de San Juan, compuesta por trincheras y que iba desde el Morro Solar hasta Monterrico chico y la de Miraflores, que iba desde Armendáriz hasta camino a Chosica.

Las tropas chilenas desembarcaron en Pisco y llegaron al Morro solar, se enfrentaron a Cáceres y lo derrotaron en la batalla de San Juan haciéndolo retroceder hasta Chorrillos. Tras esta derrota Cáceres se enfrentó a los chilenos en la batalla de Miraflores donde resultó herido y tuvo que retirarse.

Durante la ocupación chilena organizó sus montoneras en la sierra central, fue ascendido a General y desde allí llevó a cabo la resistencia (Campaña de la Breña) saliendo victorioso en las batallas de Pucará, Marcavalle y Concepción. Sin embargo, una asamblea nombró a Miguel Iglesias Presidente Regenerador del Perú quién firmó el tratado de Ancón.

  1. Acción heroica de María Parado de Bellido

De la heroína patriota se sabe que nació en Huamanga para ser mas exactos en el Distrito de Paras, probablemente en la década de los años 1760, y que se casó, a la edad de 15 años, a fines de los años 1770, con Mariano Bellido (hombre de negocios entre Huamanga, Cusco y La Paz). Tuvo siete hijos (Gregoria, Andrea, Mariano, Tomás, María, Leandra y Bartola). Desde 1820 colaboraron con las fuerzas patriotas.

Como ella no sabía escribir, le dictaba a un amigo de confianza llamado Madrid, las cartas que remitía a su marido con la finalidad de informarles, a su esposo e hijo, de los movimientos del enemigo y para advertirle al patriota Quiroz sobre los planes del ejército español. Así, por ejemplo, los patriotas pudieron abandonar el pueblo de Quilcamachay, el 29 de marzo de 1822; al día siguiente el pueblo fue ocupado por los realistas, y allí se encontró una de esas misivas. Apresada la patriota el 30 de marzo, fue conminada a delatar a sus colaboradores a cambio de su libertad. Pero ella se mantuvo en heroico silencio y proclamó: “No estoy aquí para informarles a ustedes, sino para sacrificarme por la causa de la libertad”. Finalmente, el general realista Carratalá la mandó fusilar en abril de 1822 en la plaza de armas de Ayacucho, y su cadáver fue trasladado al templo de la Merced donde fue sepultada.

  1. La propuesta de rendición y la respuesta de Bolognesi

El 4 de Junio Bolognesi solicitó a sus superiores el envío de ayuda para defender el morro de Arica pero, las tropas peruanas se encontraban en Arequipa y tardarían en llegar. El 5 de Junio a las 7 de la mañana, el comando chileno envió a Juan de la Cruz Salvo con el encargo de pedir la rendición del ejército peruano pero Bolognesi le respondió “Tengo deberes sagrados y los cumpliré hasta quemar el último cartucho”.

La artillería chilena terrestre y naval llevó a cabo un segundo bombardeo el 6 de Junio buscando la capitulación pero no la consiguieron y el 7 de Junio se lelvó a cabo la batalla de Arica donde Bolognesi perdió la vida.

  1. Heroísmo de José Olaya B.

La independencia del Perú, declarada por primera vez en Huaura el mes de noviembre 1820 y el 28 de julio 1821 en Lima, solamente se había hecho efectiva en Lima y en el norte; pero Cusco, la sierra central y el sur aún estaban bajo el dominio del ejército realista.

Es en este escenario, donde José Olaya, pescador de oficio, no dudó en servir de nexo entre las naves de la Escuadra Libertadora y los soldados de las fuerzas patriotas ubicadas en Lima, aunque eso significara recorrer campos y cruzar el mar nadando.

Apresado por el ejército realista, lo torturaron con el fin de obtener información sobre las fuerzas patriotas. José Olaya Balandra no se amilanó ante el dolor. Sufrió los 200 palazos que le aplicaron, no cediendo aún cuando le arrancaron las uñas.

Finalmente, en la mañana del 29 de junio de 1823 pronunció la frase "Si mil vidas tuviera gustoso las daría antes que traicionar a mi patria" y luego fue fusilado en el pasaje de la Plaza de Armas de Lima que ahora tiene su nombre: Pasaje Olaya.

  1. La ejecución del Héroe Leoncio Prado

Antes de su ejecución, Leoncio Prado solicitó tomar una taza de café.

Enseguida, cuando entraron dos soldados pidió que fuera aumentado su número para que dos le tirasen a la cabeza y dos al corazón. Al ser cumplido este pedido dio breves instrucciones a la tropa sobre la trayectoria de sus disparos y agregó que podían hacer fuego cuando hiciera una señal con la cuchara y pegase tres golpes en el cachuchito de lata en el que había estado comiendo.

Se despidió enseguida de los oficiales chilenos, los abrazó, les dijo: "Adiós compañeros". La habitación era pequeña. Al frente y al pie de la cama se colocaron los cuatro tiradores y detrás de ellos se pusieron los tres oficiales allí presentes. El Coronel Leoncio Prado cumplió con dar las órdenes para la descarga. "Todos llorábamos (manifestó Benavente) todos menos Pradito".

El 15 de julio de 1883, se truncó la vida de un joven de vida brillante y fecunda, de acción y de pensamiento; un héroe del Perú y de la independencia americana, uno de los héroes más resaltantes de nuestra nacionalidad.

Leoncio Prado no había cumplido aún los 30 años.